Toda mi vida he tenido terror a las extracciones sanguíneas, a las vacunas y a todos los que llevaran bata blanca, en fin, soy muy mala paciente y ésto me viene desde bien pequeña. Recuerdo que me entraba taquicardia desde el momento en el que llegábamos a la sala de espera de mi pediatra, cuando tenía que ir a los exámenes de salud de la infancia. Ni qué decir de cuando me tenían que hacer una extracción sanguínea, desde que me enteraba del día que tenía que ir para la extracción, no podía dormir bien, y el día de antes, ése ni dormía. Además, era frecuente en mí el llorar y tener reacciones vasovagales. Menos mal que "tengo buenas venas".
En cuanto a las vacunas, cuando venían las enfermeras al colegio para las vacunaciones, me entraban ganas de salir corriendo. Nos ponían en fila e íbamos pasando tal corderillos al matadero. Además, no ayudaba para nada que algún compañero se desmayara delante de ti.
Hoy en día, debo de confesar que sigo sin poder dormir bien la noche anterior a realizarme una extracción sanguínea, pero lo llevo mejor, aunque sigo siendo muy mala paciente.
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He tenido la oportunidad de realizar prácticas en el servicio de extracciones de un hospital valenciano. Se me enternecía el corazón cuando veía a los niños llorar y patalear, bueno… y arañar, pegar, gritar…Me veía totalmente reflejada en ellos.
También me he encontrado con pacientes adultos a los que he tenido que utilizar algún que otro NIC como el de distracción. Les preguntaba qué habían cenado el día anterior para que al pensar en ello, olvidaran que desde su punto de vista, había una enfermera en prácticas con una aguja enorme que les iba a extraer una cantidad excesiva de tubos. La verdad es que funciona, era reconfortante cuando te decían que querían que fueras tú la que le extrajera siempre la sangre.
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En fin, ojalá hubieran utilizado algún NIC conmigo.
¡Hasta pronto!
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